Las leguminosas se cultivan, tanto para consumo humano como animal, para obtener unas semillas comestibles que son las legumbres. Entre las más conocidas y consumidas a nivel humano, están los garbanzos, las lentejas, las habas, las judías y los guisantes, aunque hay otras variedades.
Sea cual sea la variedad, lo que hace especial a todas ellas son los enormes beneficios que nos aportan desde el punto de vista nutricional, lo que las convierte en un alimento altamente saludable que se consume en todas las regiones del mundo.
No obstante, las leguminosas no sólo nos aportan un buen número de beneficios nutricionales, sino que también son un cultivo altamente sostenible, ya que generan importantes beneficios sobre el terreno en que se cultivan. ¿Quieres descubrir los beneficios que las leguminosas aportan al suelo?
Cultivar leguminosas en el huerto es alimentar al suelo
Como hemos dicho antes, las leguminosas son un cultivo que puede aportarnos múltiples beneficios si lo sembramos en nuestro huerto o jardín. ¡Te los contamos!
- Fijan el nitrógeno atmosférico en el suelo. Las leguminosas son el principal grupo de plantas capaces de fijar nitrógeno del aire en las raíces para transferirlo al suelo. Dado que el nitrógeno es una parte básica de la alimentación de las plantas, al sembrar leguminosas en el huerto, reducimos el uso de fertilizantes químicos. Además, algunas variedades son capaces de liberar fósforo en el suelo, que también tiene un papel importante en la nutrición de las plantas.
- Amplia diversidad genética. La diversidad genética de estos cultivos es un elemento esencial para la ordenación de los suelos y el manejo de las plagas en las explotaciones agrícolas. ¿Por qué? Porque las leguminosas son una base importante para manejar los nutrientes en el suelo mediante rotaciones y asociaciones de cultivos. Además, sus flores atraen a abejas y otros insectos “amigos”, creando una mayor biodiversidad en los cultivos. Su amplia diversidad genética también es crucial para seleccionar variedades resistentes al clima, siendo, por tanto, uno de los cultivos que mejor se adaptan al cambio climático.
- Sistema radicular profundo. Las raíces de las leguminosas están compuestas por una raíz principal central que puede llegar a penetrar en el suelo hasta dos metros de profundidad y un sistema secundario de raíces ramificadas bastante profundas también. Por lo tanto, podemos aprovecharnos de estar largas raíces para evitar la erosión del suelo y favorecer su aireación. Además, una vez segada la planta, el nitrógeno acumulado en sus raíces se libera en el suelo ayudándolo a recuperar su capacidad productiva.
- Aportan materia orgánica al suelo. Los “restos” de las plantas de las leguminosas nos pueden servir como abono. Lo podemos hacer de dos maneras. Al segar las leguminosas podemos incorporar la parte aérea de la planta a la pila del compost o dejarlas en el terreno para que se descompongan y actúen como abono de nuestras futuras siembras de manera natural.
Todos estos beneficios que aporta el cultivo de leguminosas y consumo de las legumbres para el ser humano ha llevado a que la Asamblea General de las Naciones Unidas haya decretado el 10 de febrero como el Día Mundial de las Legumbres. Una oportunidad única de celebrar y sensibilizar a la opinión pública sobre la importancia nutricional y medioambiental de este cultivo y alimento único.
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